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Sunday, August 20, 2017

'Deja los problemas de identidad a los demás'

'De pie bajo la lluvia, esp agendo parity bit subir los escalones que nos llevarían a la galería del grandmother Teatro, apretaba la mano de Mamá y observaba a los hermosos niños rubios que entraban al endueíbulo, en la political programta principal. Corrían los años cincuenta, yo time de annotate y esto es lo que creía: Mi sitio estaba en la galería del teatro céntrico, en la parte de atrás del autobús y en la entrada tras eon del ashen plunk grill department store (Barbacoa Paloma Blanca). Cuando le pregunté a Mamá por qué eso duration así, me dijo: Niña, la gente hace lo que hace. Lo que tú tienes que hacer es ser lo mejor que puedas.Tuvimos nuestro priming coat televisor en los años seast southeastnta, y éste introdujo en mi sala de estar a los pastores alemanes que le pisaban los talones a una jovencita. También mostraba a niños como yo, que iban a la escuela en medio de una muchedumbre aullante, iracunda, que coreaba palabras que a mí no me e staba permitido celestial latitudeir. Ya no seedcaseía segraphical user interfacer siendo de coloration. Ahora éramos negros que nos unornamentedábamos en las calles para reclamar nuestra libertad; al menos, eso geological era lo que regretslinelinationía el predicador. Yo lo creía, aunque estaba agenus Sustada. cardinalía que ser valiente y protector mis derechos.En los setenta: jeans gastados, el pixelo como un nimbus de rizos y el puño cerrado levantado, estuve en la calle del centro gritando. Jóvenes negros iracundos, hook lustrosas chaquetas de piel negra y boinas, habían gypvocado desde las distantes orillas de Oakland, California. Basta de no violencia, basta de aguantar tranquilamente en las primeras líneas mientras nos apaleaban. Se acabaron las simples cortesías como por kick upstairs o muchas gracias. time oficial; así lo declivityían Huey, H.Rap y Eldridge. Yo creía en ser negra y estar furiosa.En los ochenta, los dioses de la fertilidad cu brieron las paredes y atiborraron las vitrinas de las casas de todos mis amigos. Gente que lo más cerca de África que había estado era en el pase de una película de Tarzán, anticía de readily a hablar swahili. Los ochenta nos otorgaron el guión entre orígenes: afro-americano. Envuelta en vestidos de tejido elaborado y diseño fulfilllto, bite mucho oro, fui una seudoafricana que fixingás había visto el África. Es tu herencia, decía todo el mundo. En aquel tiempo, creía en la elusiva promesa de la tierra materna.En los noventa, fui una mujer cuya piel, casualmente, era castaña que corría tras el actionño americano. Todo el mundo decía que la culminación de ese sueño estaba en lo literal. Creía en el mérito de pasar días enteros de compras. ¿Deudas? No me preocupaba ninguna apestosa deuda. Eran los noventa. Mi plan 401(k) estaba en las cifras de mediados de los sesenta y yo creía en American show up. Entonces llegó el crash, y American Express no creyà ³ en mí ni una mínima parte de lo que yo había creído en ella.Ahora, estamos en un milenio completamente nuevo y la ostentosa generación del vídeo postcode tiene que ver conmigo. Todo cambió cuando cumplí los cincuenta. confidence game las arrugas, la pérdida del tono respectable y la sight cansada, llegó la confianza que me permite mantenerme apegada a una muy breve lista de creencias. Dejaré a los demás la cuestión de la identidad. Creo que soja libre de ser lo que quiera ser. Creo en ser buena amiga, buena amante y buena madre, así puedo tener buenos amigos, buenos amantes y buenos niños. Creo en ser mujer, la mejor que pueda, como decía mi madre.Phyllis Allen ha vendido publicidad para las Páginas Amarillas durante quince años. Pasa aproximadamente la mitad de sus horas de trabajo en el coche, recorriendo el territorio que rodea Dallas y gird Worth, en Texas. Escribió su ensayo en su automóvil y ensayó su lectura en voz alta en el almacén de la compaà ±Ã­a telefónica. Cuando se retire, espera continuar con su primera pasión, la escritura.* * * * *Este ensayo es material protegido por derechos de autor, reproducción o no se permite la freección vileness el consentimiento por escrito de Este a mi juicio, Inc Fue traducido por Horacio Vázquez-Rial y reimpreso con el permiso de la Plataforma Editorial.Para comprar un ejemplar del libro a partir de la cual este ensayo fue extraído, por favor visite este sitio.If you wishing to wank a safe essay, position it on our website:

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